Rito Francés Moderno

La denominación de Rito Francés, bajo la que es conocido este sistema ritual, no fue dada ni por los redactores de los rituales, ni por el Gran Oriente. Fue adoptada espontáneamente por la vox populi masónica para distinguirlo de los sistemas que se intitularon “escoceses”. Se denominó “Rito Moderno” como consecuencia de la introducción en Francia, a comienzos del siglo XIX, del REAA. Este sistema, que se proclamaba de la masonería de los “Antiguos”, heredó la disputa entre las dos Grandes Logias llamadas de los “Antiguos” y de los “Modernos” que dividieron a la masonería inglesa en la segunda mitad del siglo XVIII- y, que de forma correlativa, denominaría al Rito Francés como “Moderno”.

El Rito Francés nació de una elaboración simbólica y de una práctica de cincuenta años de francmasonería en Francia, que encontró su fundamento en los valores humanistas de la época durante ese periodo: enciclopedismo, desarrollo de la responsabilidad de cada persona en la sociedad, ideal de libertad. Su origen se sitúa entre los años 1720-1730, años de introducción de la masonería en Francia y en Europa.

Los textos que, a partir de 1737, nos permiten conocer esta primera masonería continental, muestran claramente que los elementos de base del Rito Francés tal como lo practicamos hoy estaban ya presentes, y que este Rito no es más que el resultado de un desarrollo de esos elementos de base, acaecido a lo largo del siglo XVIII.

Aunque las primeras Logias francesas no fueron fundadas directamente por la Gran Logia de Londres y Westminster de 1717, las relaciones entre esta Gran Logia y la primera masonería francesa fueron estrechas, y la comparación entre los textos franceses y los textos ingleses de la época muestra que los rituales y catecismos franceses primitivos eran esencialmente conformes a los de la Gran Logia inglesa de los “Modernos”. Lo mismo ocurría en España con la creación en Madrid de la Logia “French Arms” nº 50 del registro de la Gran Logia de Londres, conocida como “Las tres flores de Lys” o “La Matritense”.

Con el objetivo de restablecer la uniformidad, el Gran Oriente de Francia se ocupó a partir de 1779 de la redacción de unos rituales destinados a convertirse en oficiales. Este trabajo concluyó en 1785, y la redacción final fue aprobada por la asamblea general del Gran Oriente, tomando fuerza de ley en las Logias.

Se conservan varios ejemplares manuscritos de estos rituales de 1785 anteriores a la Revolución. En 1801 fueron impresos en un volumen, «El Regulador del Masón», y es por este nombre como son generalmente conocidos.